Estructura, no proyecciones
El 2021 fue un buen año para las inversiones a nivel global y en particular para el inversionista chileno que contaba con exposición a dólares. Al cerrar el año, existían ciertos consensos que parecían evidentes para cualquier persona que quisiera estructurar un portafolio. Repasemos las más comunes y su desempeño en lo que va de este 2022.
En primer lugar, mantener una exposición alta a inversiones en dólares. Luego de un alza pronunciada desde los 711 a 844, el dólar en Chile “sólo podía subir”. Hoy el tipo de cambio alcanza los 790, cayendo más de 6% el primer trimestre.
Por otra parte, las acciones tecnológicas, que lideran la innovación mundial y que han casi duplicado el retorno del S&P 500 en los últimos 10 años, se perfilaban como otra apuesta segura. En el contexto de crisis geopolítica, estas inversiones han caído más de 10% en dólares, 6% más que la bolsa norteamericana agregada.
A nivel local, acciones y bonos carecían de atractivo. La renta fija venía de uno de sus peores años históricos y las perspectivas para el IPSA eran muy pobres. Hoy el Fondo E de las AFP acumula una rentabilidad de más de 4% y el IPSA casi alcanza el 14% de alza en el año. Lo anterior en un contexto de alza de tasas y crisis mundial.
Sin duda el 2022 ha sido atípico, además recién terminamos el primer trimestre y queda mucho paño que cortar. Sin embargo, permite ilustrar un punto muy importante. Las proyecciones fallan, las tendencias se revierten. Un portafolio debe enfocarse en la estructura que haga sentido con los objetivos de largo plazo. En el corto, el riesgo de equivocarse es muy alto.
Esta columna fue publicada originalmente en el diario La Segunda el 31-Marzo-2022 [LINK]