Ha sido un inicio de año relativamente intranquilo. Al sesgo más contractivo de la política monetaria en EE.UU. se suman las tarifas anunciadas por la administración Trump a sus principales socios comerciales.
Incluso algunas de las tesis más “obvias” de los últimos años están siendo desafiadas. Si algo sabíamos era que en IA el liderato absoluto estaba en EE.UU. de la mano de los grandes gigantes tecnológicos. Además, la competencia era acotada por la altísima demanda de recursos computacionales requeridos para estas tareas.
Con la llegada de DeepSeek -el proyecto de un hedge fund chino que con una pequeña fracción de los recursos consiguió un desempeño equivalente a los modelos más avanzados- el panorama cambió drásticamente. En primer lugar, el código de este modelo es abierto, es decir, cualquiera puede ejecutarlo y construir sobre él. Además, los requisitos de procesamiento son ínfimos en términos comparados. Así, toda la cadena de IA (desde empresas de energía hasta las dueñas de los algoritmos o chips como Nvidia) vio importantes correcciones en el valor de las compañías.
No sabemos quién ganará la carrera de la IA, o si ésta seguirá impulsando al mercado. La diversificación sectorial permitió recoger la rentabilidad de las empresas de comunicaciones y TI el año pasado pero también, en 2018 y 2019, beneficiarse de la subida de las empresas de energía. Ahora más que nunca hay que invertir con disciplina.
Publicación original en La Segunda 4 de febrero 2025.