El mercado del Super Bowl
Este fin de semana se juega la edición LVI del Super Bowl, el segundo evento de deportes por equipos más visto en el mundo (sólo detrás de la final de la Liga de Campeones de la UEFA). En él, se enfrentan los dos campeones de conferencia de la NFL en una gran final. El tamaño que tiene y el interés que despierta han hecho que se levante a su alrededor una economía muy sofisticada.
Las entradas para este megaevento las controla directamente la NFL quien las asigna a los auspiciadores, jugadores y algunos afortunados abonados de temporada. Por lo tanto, para el ciudadano promedio, la única forma de conseguir entradas es comprarlas en el mercado secundario con revendedores (brokers).
Desde el punto de vista económico, las entradas se definen como un bien perecible. Una vez que comienza el partido, no son más que un souvenir de papel (o plástico) para recordar ese día. Por esto, el precio mantuvo por muchos años un patrón definido: 14 días antes del Super Bowl, cuando se conocen los equipos que lo disputarán, los precios comienzan a subir. Los fanáticos están dispuestos a pagar varias veces el valor original para ver a su equipo. Sin embargo, al acercarse la fecha del el partido, los precios caen ya que aumenta la probabilidad de quedarse con el ticket inutilizado una vez que se dé el pitazo inicial.
Este patrón fue explotdo por los especuladores profesionales en múltiples ediciones. Vendían la promesa de entregar un ticket -incluso sin tenerlo-, a cambio de una prima y lo compraban a último minuto muy por debajo del valor de emisión, obteniendo una ganancia “segura”. Esto es equivalente a una venta corta en el mercado financiero.
El 2015 todo cambió, luego de un mal inicio, los Seattle Seahawks lograron clasificar al Super Bowl XLIX sorprendiendo al mercado de revendedores. Faltaban dos semanas para el duelo y los precios comenzaron a subir, tal como previsto. Sin embargo, extrañamente, los últimos días antes del partido el valor de los tickets lejos de bajar seguía subiendo superando incluso los 11.000 USD. Muchos brokers habían prometido vender al valor de emisión (800 USD). Para cumplir con lo acordado, los intermediarios debían comprar los tickets a 14 veces el valor pactado.
Así, las empresas de intermediación se vieron en la incapacidad de cumplir con lo prometido lo que implicó la quiebra de varios de ellos y la desilusión de muchos hinchas.
Dada la naturaleza de bien perecible y el patrón histórico de precios, que los tickets no cayeran a último minuto era un riesgo de cola, un “cisne negro”, como vender seguros contra terremotos en una zona donde tradicionalmente no tiembla.
Sin embargo, la evidencia nos muestra que todos los mercados tienen sus cisnes negros los que aunque poco comunes, sí existen. Una estrategia que apueste a esto, no está exenta de riesgo y no hay garantía que se sostenga para siempre.