La clave está en la eficiencia de los portafolios
Al invertir, existen cosas sobre las que tenemos poco control: el nivel del tipo de cambio, el marco regulatorio, etc. y otras que sí dependen de nosotros como la elección de vehículos (acciones/bonos directos, fondos mutuos, fondos de inversión, etc.), la estructuración para invertir -directo como persona natural o estructurar una sociedad de inversiones-, entre otros.
Dentro de los factores donde se tiene control prácticamente total está la estructura de costos de los portafolios. Muchas veces es un factor que se deja de lado. La información sobre costos puede ser de difícil acceso, compleja de digerir y además cambia en el tiempo. Dicho eso, debería ser uno de los factores principales a tomar en cuenta a la hora de implementar una política de inversión.
El interés compuesto ”la octava maravilla del mundo” -en una frase que se le atribuye equivocadamente a Albert Einsten- hace que esta dimensión tome especial relevancia.
Pensemos en una estrategia (antes de costos) que tiene una rentabilidad esperada de 7% anual y dos vehículos: uno que cobra 0,5% y otro 1,5% por año. Luego de 5 años, el fondo de menor costo tendrá un desempeño 6,3% más alto que el que cobra más, mientras que al cabo de 25 años esta diferencia se extiende a más de 100% entre ambas opciones.
El costo no es la única variable a la hora de invertir pero esforzarse en lograr mayor eficiencia debe estar en las prioridades de todos los inversionistas, cueste lo que cueste.
Esta columna fue publicada originalmente en La Segunda [LINK]