Los mercados y el populismo en Latinoamérica
Estando ad-portas de cerrar el año, Latinoamérica se ve claramente como la región con peor desempeño bursátil del mundo, con una caída de en torno a -19% vs el desempeño del mundo que actualmente está en +12%. Esto ocurre a pesar de que el daño económico ha sido menor que el mostrado en Europa y a que se tiene una menor exposición al petróleo que en otros emergentes. Obviamente hay muchas explicaciones detrás de esto, como la vulnerabilidad financiera y el menor esfuerzo fiscal. Sin embargo, me quiero centrar en una que ha dado mucho que hablar últimamente: el riesgo de populismo.
El populismo es tan viejo como la democracia misma, pero no fue hasta tener una mayor comprensión sobre las fluctuaciones económicas y la macroeconomía en general que han quedado claros sus nefastos efectos de largo plazo. En términos muy simples, se dice que una política es populista cuando esta busca dañar los intereses de la elite en pos de defender los del ciudadano común. Lamentablemente, como ha mostrado la historia una y otra vez, estas políticas en general cumplen el objetivo de dañar a la elite, pero no así su propósito reivindicativo sobre el bienestar del ciudadano común, el que normalmente termina aún peor. Este es un círculo vicioso, dado que malas políticas generan menor crecimiento y mayor desigualdad, aumentando nuevamente los incentivos para políticas populistas.
Un ejemplo extremadamente patente de esto son la seguidilla de políticas que ha tomado el gobierno argentino durante el último año, aprobando impuestos al patrimonio, suspendiendo pago de cuentas, despidos, congelando sueldos, nacionalizando parcialmente empresas y muchas cosas más. Pese a que todas esas políticas parecen beneficiar a las personas en el corto plazo, tanto la experiencia como la teoría económica nos muestran que en el mediano plazo generan menores incentivos a la inversión, al trabajo y al crecimiento.
Como la historia del siglo XX claramente demuestra la región es un terreno fértil para el populismo, y crisis económicas como la actual naturalmente aumentan el riesgo de este al acrecentar las desigualdades económicas. Por otro lado, en gran parte de la región, incluyendo Chile, existe una fuerte fragmentación política producto de la incompatibilidad de tener sistemas electorales proporcionales con regímenes políticos presidencialistas, lo que genera incentivos perversos y exacerbar la polarización política. El ejemplo más patente de esto es lo que ha ocurrido en Perú durante el último mes.
Pero no todo está perdido, durante las últimas décadas las instituciones en Latinoamérica se han fortalecido, la cantidad de evidencia económica en contra de adoptar medidas populistas se ha acumulado y los votantes se han vuelto más informados. Hoy sabemos que independientemente del color político, no hay recetas cortas para alcanzar mayor igualdad y bienestar en la población general, se necesita de buenas y bien gestionadas políticas públicas.
Un ejemplo paradigmático de esto es la estructura tributaria de Irlanda, la que pese a tener un enfoque totalmente pro-negocios con tasas bajas, da como resultado muy bajos niveles de desigualdad después de aplicar impuestos y transferencias.
Esta probablemente será la prueba más difícil en años para los mercados financieros de la región y dependerá de la responsabilidad ciudadana a través de las herramientas de la democracia el cómo se sortea este desafío.